viernes, 12 de junio de 2020

LA EMOCION SUS EFECTOS SOBRE LA SALUD DE LAS PERSONAS MAYORES



Las personas que me conocen, saben que en mis exposiciones, pretendo ser muy práctico, mostrando secuencias vividas, en este caso, por las personas mayores, con las que facilitar la reflexión, como ayuda para la comprensión del tema y transmitir con ello un mensaje claro sobre los efectos de las emociones en su salud.
Creo que debemos dedicar mayor atención sobre el tema propuesto. Pues, aunque, ya se ha escrito sobre ello, de manera muy concreta y desde áreas diferentes dentro de la perspectiva médica, geriátrica y psicológica, no se ha hecho desde la propia realidad social y teniendo en cuenta como protagonista a la persona mayor, sujeto activo y no pasivo en su vivencia emocional y como la expresa a nivel personal, familiar, educativo, laboral y social; es por lo que, desde esta perspectiva, lo hago, como profesional del trabajo social y especialista universitario en formación para la promoción y educación para la Salud, pero situándonos, en el estado de alarma social que vivimos por culpa del coronavirus o vid-19, que ha obligado al aislamiento. En esta circunstancia, voy a intentar exponer, desde la realidad que dan los hechos vividos por los mayores, de entre los cientos que se han descrito, uno en concreto (se omiten datos identificativos tanto del paciente como del médico, tratamiento y del centro de salud, pues lo que interesa son los datos para la argumentación de la relación emociones-salud ) que recoge, de una manera  muy clara, la influencia de las emociones en la salud, antes y después del aislamiento.
·       Antes del aislamiento.
La persona mayor, ya jubilada, va al médico, con la esperanza a que el médico le recete el remedio con el que encontrar solución a su malestar, dolor, sufrimiento por las dolencias que padece. Cuando entra consulta, encuentra al  médico sentado cerca de la mesa y mirando al ordenador, comienza a ojear la historia del paciente, una vez que terminó, le pregunta al paciente qué le pasa. El mayor le contesta que lleva unos días que se siente agotado, sin fuerzas, ni energías para realizar, junto con mi mujer, todos los días, las tareas que tenemos que hacer. Al oír esto, el médico, que sigue sentando, se separa de la mesa e insiste en que le cuente cuales son esas tareas. El mayor, le cuenta: “ le recuerdo que tengo 78 años y mi mujer 74, y que llevamos tiempo tomando pastillas para la tensión, el colesterol, azúcar, reúma, pero nunca me he encontrado tan mal como ahora. Y sigue contando, Vd. nos conoce, tenemos dos hijos y tres nietos, dos del hijo mayor y uno del hijo pequeño. Mis hijos son muy trabajadores,  están todo el día fuera de sus casas y sus mujeres también por eso, nosotros  tenemos que  llevar y recoger a los nietos, mi mujer lleva y recoge, al más pequeño, de la guardería y yo los otros dos, más mayorcitos, del colegio. Mi “pobre mujer, que yo no sé como aguanta”, tiene, además, que preparar la comida para los nietos  y para los hijos, los días que vienen a comer. A ambos hijos, el poquito dinero que teníamos ahorrado, con tanto esfuerzo a lo largo de nuestras vidas, se lo hemos tenido que dar como ayuda para que pagasen la entrada de los piso donde viven y cada dos o tres meses, les damos otra ayudita para que paguen la hipoteca. Los fines de semana ¡Claro Doctor, como trabajan tanto durante la semana, tiene que irse a disfrutar el fin de semana y nos tenemos que quedar con los nietos; en fin todo sacrificio es poco para ellos. Después de oírle atentamente y dedicarle el tiempo oportuno, el médico se levanta y le reconoce, cuando termina le comenta que se tiene que hacer una serie de pruebas para poder valorar los síntomas que describe y con ello, llegar a un resultado con el que poder diagnosticar y establecer el correcto tratamiento. Una vez que se haga las pruebas, a la semana, pida cita y a la vista de los resultados volvemos hablar. Antes de retirarse el mayor le pregunta ¿y mientras tanto qué hago?. Mira, procura hacer las cosas con calma, y ten esperanza, veras como todo ira mejor.

  • Después del aislamiento.
Vuelve el mayor, al médico, protegido con mascarilla, también con la esperanza de que le pueda recetar algún medicamento con el que encontrar solución al malestar, que ahora padece.
Llega a la consulta, habiendo respetado las normas sanitarias estabecidas, y, como siempre, encuentra al médico, también con mascarilla, sentado cerca de la mesa, mirando al ordenador, para ver la historia del paciente; una vez que terminó, le pregunta al paciente ¿qué le pasa?. El mayor le contesta que   “algunas veces me tengo que sentar pues tengo una sensación de ahogo, es como sino pudiera respirar, como si el aire no entrase en mis pulmones, como si un peso enorme me apretase en centro del pecho. Suspiro y lentamente, esa sensación tan mala va, poco a poco, desapareciendo. El médico se pone de pie y le ausculta, cuando acaba, le vuelve a preguntar cuéntame como habeis pasado el tiempo de aislamiento  y el mayor le responde: “ le recuerdo que tengo 78 años y mi mujer 74, y llevamos tiempo tomando pastillas para la tensión, el colesterol, azúcar, reúma. De acuerdo, le responde el médico, pero siga contándome. El mayor continua, según nos dijeron por teléfono; nuestros dos hijos, ellos y sus familia, están sufriendo bastante, El hijo mayor se quedo en paro y con el sueldo de su mujer, casi no cubre los gastos de la casa y comida, dejando sin pagar la hipoteca. El hijo pequeño, dio positivo,  estuvo unos quince días ingresado, le dieron de alta, está en casa y no puede aún ir al trabajo, su mujer sigue trabajando, también a duras penas pueden hacer frente a los pagos. Fíjese, además, cuando hablan con nosotros los nietos comienzan a llorar porque nos echan de menos. Y nosotros también  lloramos, por que los echamos de menos; y sobre todo porque no los podemos ayudar. Lo que deben de estar pasando.
  Después de oírle atentamente, el médico se levanta y le ausculta,  cuando termina, le comenta que se tiene que hacer una serie de pruebas para poder valorar los síntomas que describe y con ello, llegar a un resultado con el que poder diagnosticar y establecer el correcto tratamiento. Una vez que se haga las pruebas, a la semana, pida cita y a la vista de los resultados volvemos hablar. Antes de retirarse el mayor le pregunta ¿y mientras tanto qué hago?. Mira, procura llevar las cosas con más calma, hay que ser positivo relájate para no perder la esperanza en que todo esto pasará.

Con el ejemplo expuesto, queda demostrado que de una manera u otra las emociones influyen en la salud.
Desde luego, lo que se acaba de exponer, no es ciencia-ficción, es un proceso mente-cuerpo que se produce de una manera natural, como hemos expuesto, dependiendo del tipo de emoción percibida y vivida emocionalmente por cada uno según lo que se conoce como grado de vulnerabilidad. y  lo positivo o no que seamos se manifiesta en el cuerpo y en la conducta.  Es, sencillamente, el “poderoso salto de la mente sobre el cuerpo” que ya en la antigüedad se decía: “mens sana in corpore sano”, y lo que Dr. Felix Deutsch, médico psiquiatra, psicoanalista austríaco y estadounidense, pionero de la medicina psicosomática dijo: “si nuestra mente nos hace enfermar, también nuestra mente nos puede curar”; es el “Poderoso salto de la mente sobre el cuerpo”. (Ver su la obra: “On the mysterious leap from the mind to the body”. A workshop study on the theory of conversion. International Universities Press, New York, 1953.), indicaba el Profesor Salvador Cervera Enguix, ya fallecido, que fue director del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad de Navarra, es la manera de demostrar como la emoción es capaz de causar lesión. En la actualidad Psiconeuroinmunología (PNI), como área científica, tiene más vigencia que nunca por motivos del aislamiento en que se vive, debido a la alarma producida por la pandemia del coronavirus o vid-19, especialmente, el grupo más vulnerable de los mayores  y sobre todo los que padecen algún tipo de enfermedad, incapacidad o se encuentren  internados en residencias. Este hecho queda demostrado por el número de mayores infectados y el de muerte ocurridas.
Ahora solo queda una reflexión, cuando se llegue al momento de poder salir con libertad, hay que recordar a las personas mayores, para que su recuerdo nos guie a seguir las normas sanitarias en cuanto llevar mascarilla y no acercase a menos de metro y medio como remedio social, para reducir los contagios y así, cuanto antes parar la pandemia por coronavirus. Merece la pena hacerlo, ¿verdad que si?, pues seamos positivos y pensemos lo que ellos nos han ayudado durante toda la vida, ¿por qué no les vamos ayudar ahora?. Si tienes alguna duda contacta con www.lasaludyelbienestar.com y en la medida de lo posible te contestaremos. Gracias por tu colaboración en nombre de las personas mayores y en el mío propio.